[...] Me quedo dormido mirando el televisor, cuando de repente tocan al timbre. Yo creo que hacía sólo un rato que había dado una cabezada, pero el cansancio acumulado del trasnoche del sábado noche debieron hacer mella en mí y la siesta debió [...]prolongarse durante horas pues ya no hay restos de sol que se filtre por las ventanas. Con mucha pereza y desgana me acerco a la puerta a ver quien llama. Ya me había olvidado de que esperaba a un joven para ver la habitación. Miro por la rejilla de la puerta y me sorprendo al ver unos hermosos ojos que resplandecían a través de ella. Unos bellos y enigmáticos ojos grises, pero grises, grises de verdad. Muerto me quedo ante tanta hermosura. Hipnotizado por esa mirada que parecía atravesar la puerta de hierro forjado no atinaba a girar la llave en la cerradura, cuando lo conseguí noté que me temblaban las manos al intentar girar el pomo de la puerta. No entendía por qué razón me sucedía esto, pero cuanto más lo intentaba menos acertaba a girar el dichoso pomo. Parecía como si algo me urgiera a abrir cuanto antes y al mismo tiempo tratara de impedirme que lo hiciera. Cuando lo conseguí me encontré ante el ser más hermoso que mis ojos habían contemplado hasta el momento, un muchacho de cabello rubio y largo, cuya melena resplandecía de tal manera que su pelo parecía hecho con finos hilos de oro.
–Vengo por el anuncio.
Soltó en un acento que no supe distinguir.
–Hemos hablado ayer por la tarde, me dijiste que viniera hoy a ver la habitación, pero no necesito verla, sé que me gustará. Noté en tu voz que no me estabas engañando al describir como era. -He traído mi maleta con las pocas cosas que me quedan….
Yo no podía reaccionar, su voz era tan, suave, tan cautivadora, que realmente no sabía lo que me estaba hablando. En mis oídos sonaba de una forma especial, como cuando vives un sueño y crees oír lo que dicen los personajes imaginarios.
– ¿No me vas a invitar a entrar?, vengo arrastrando la dichosa maleta desde el metro y estoy cansado, me gustaría sentarme un rato.
–Perdona, pasa. [...]
Primera entrega de la serie:
“El muchacho de los ojos grises”
Relato de: JUAN DRESÁN
Prólogo de: EDUARDO GARCÍA
Portada de: DAVID MARTIN SURROCA
“El muchacho de los ojos grises”
Relato de: JUAN DRESÁN
Prólogo de: EDUARDO GARCÍA
Portada de: DAVID MARTIN SURROCA