Las
tres y media de la madrugada. Gran Vía madrileña. La luna en cuarto creciente
ilumina de plata los bordillos de las aceras. La mayoría de los escaparates de
las tiendas están apagados, aunque alguno se resiste a perder su protagonismo y
permanece iluminado.
Por
la acera izquierda de La Gran Vía Madrileña bajan dos hombres jóvenes arrastrando
cada uno de ellos una maleta con ruedas. Van discutiendo y haciendo eses. El
ruido de las ruedas de las maletas resuena en la noche madrileña. Los coches
suben y bajan por la Avenida a una velocidad superior a la permitida.
—Mete
mierdas.
—Cangrejera
—Una
mierda pa tu boca
—Una
polla para tu culo.
—Que
fina ella, P A R A tu culo. Como habla que bien se explica. Por algo es la
mejor de Chueca. Claro como tuvo la oportunidad de estudiar. Y mira para lo que
le ha servido a la puta esta, para acabar de madrugada arrastrando una maleta
llena de pelucas baratas y vestidos de los chinos. Encima borracha y con el rímel
corrido…
—Cállate
cangreja, cangrejera. No me saques de quicio.
—No
me saques de quicio tú, so puta.
—¡Puta
yo! La madre que te parió, que era una santa, pero tú eres una hija de puta. No
te conformas con tirarte a mi novio en los lavabos de Anoite…
—Yo
no me lo he tirado. Ha sido él. No ves que se ha vuelto loco cuando ha visto mi
hermosas piernas enfundadas en esas maravillosas medias de cristal…¿qué querías
que hiciera, que me quedara de brazos cruzados cuando se ha sacado la polla y
me la ha paseado literalmente por la cara? Pues lo que hacemos todas,
chupársela. Pero sólo se la he chupado eh. Que en mi culo no entra cualquier
cosa. Y menos la polla del novio de una amiga. Chupársela es un pecado menor,
pero dejar que te folle un sacrilegio…
—No
si en el fondo no sé si perdonarte, prefiero que lo haga contigo a que lo haga
con cualquiera de esas zorras…
—¿De
verdad? Que buena amiga eres. Que sepas que sólo me ha follado un poquito…
—Ves
so puta. Te lo has tirado.
—Mira
guapa, se lo han tirado todas. Ay , no
perdona se me ha escapado.
Entonces
Marnie comenzó a cantar con una voz melodiosa y afinada que se sumó a las luces
de colores de los establecimientos de la Gran Vía Madrileña.
—
Yo era feliz contigo, vida mía tú eras principio y fin de mi alegría. Yo te
creía fiel como la luna, que acude a protegernos cada día…
—Yo
era feliz contigo, vida mía. Tú eras mi perro fiel yo era tu guía…le siguió
Angy
—Hasta
que desperté de mi locura
—Y
pude comprender que me mentías.
—Jajajaja
Al final va a parecer que te perdono—dijo Marnie, pero no guapa, esta me la vas
a pagar. Le gritó a a Angy mientras le soltaba un puñetazo con tal fuerza que
le rompió un diente.
—Ayyyy!
Me has partido un diento, so zorra! Te voy a matar.
En
ese momento paró un coche de policía al lado de los dos jóvenes con las sirenas
encendidas.
—¿Qué
pasa aquí, por qué os pegáis?
—Si
no, nos pegamos agente—le dijo Marnie al policía.
—¿Ah
no y esa sangre que te sale de la boca y la nariz?
—
No me sale sangre, no nos estábamos pegando, oiga.
—¡Mírate
bien¡—le gritó el policía mientras le lanzaba un puñetazo en toda la cara.
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